El aceite se fríe en una sartén honda. Se deja enfriar un poco, retirado de la lumbre y se echan en él las patatas, con algo de agua. Se vuelve a acercar al fuego la sartén. A los diez minutos de freírse a lumbre viva, se les da la vuelta a las patatas. Se dejan otros diez minutos y se sacan, poniéndolas en un colador sobre un plato, para que escurran el exceso de aceite.
Len huevos se cascan uno a uno en una taza y se van echando en el aceite, metiendo casi la taza en el mismo con objeto de que no salte el aceite. Se van colocando en una fuente caliente. Se calienta bastante el aceite y se vuelven a echar las patatas en dos o tres veces, para que se doren. Se escurren bien y se sirven en la misma fuente que los huevos.
Este proceso se lleva a cabo para que huevos y patatas estén hechos al mismo tiempo y conserven la misma temperatura.
Si los huevos se desean dorados, el aceite debe estar caliente. Si se prefieren con la clara blanca y lisa, el aceite deberá estar templado solamente.
Variante: Otra preparación muy sabrosa es la que llamamos «huevos a caballo», que consiste en freír lonchas finas de lomo adobado y huevos, presentando en una fuente las lonchas en medio, montadas unas sobre otras, y los huevos a los lados.