Si el siglo XVI fue el siglo del Imperio Español y el siglo del auge Turco en Europa, el siglo XV lo había sido del dominio catalán en el Mar Mediterráneo. Las posesiones de la Corona de Aragón abarcaban no sólo los territorios de la Península Ibérica, sino también las Islas Baleares, Córcega, Cerdeña, la mitad de Italia, Sicilia, Malta, e incluso los ducados de Atenas y Neopatria, arrebatados a los bizantinos por los Almogávares.
En un entorno de gran intercambio comercial y cultural, las letras catalanas se introdujeron en Italia, donde aún hoy pueden hallarse restos de su influencia. Entre las tropas aragonesas podían encontrarse escritores y poetas que, como Jordi de Sant Jordi, compaginaban la acción bélica con la creación literaria. Jordi de Sant Jordi fue hecho prisionero por las tropas de Francesco Sforza tras la caída de Nápoles en manos de los milaneses. En prisión compuso el poema Presoner, también titulado Desert d’amics, donde el poeta se lamenta amargamente de su encierro. Este bello poema, que forma parte de la antología poética medieval catalana, fue rescatado en los años 70 por el cantautor Raimon, con el resultado que puede oírse a continuación:
Desert d’amics, de béns e de senyor,
en estrany lloc i en estranya contrada,
lluny de tot bé, fart d’enuig e tristor,
ma voluntat e pensa caitivada,
me trob del tot en mal poder sotsmès,
no vei algú que de mé s’haja cura,
e soi guardats, enclòs, ferrats e pres,
de què en fau grat a ma trista ventura.
Eu hai vist temps que no em plasia res;
ara em content de ço qui em fai tristura,
e los grillons lleugers ara preu més
que en lo passat la bella brodadura.
Fortuna vei que ha mostrat son voler
sus mé, volent que en tal punt vengut sia;
però no em cur, pus hai fait mon dever
amb tots los bons que em trob en companyia.
Tots aquests mals no em són res de sofrir
en esguard d’u qui al cor me destenta
e em fai tot jorn d’esperança partir:
com no vei res que ens avanç d’una espenta
en acunçar nostre deslliurament.
Deserts d’amics, de béns e de senyor,
en estrany lloc i en estranya contrada…
Abandonado por los amigos, sin bienes y sin señor,
en extraño lugar y en extraño confín,
lejos de todo bien, harto de angustia y tristeza,
mi voluntad piensa cautivada,
estoy completamente sometido a un malvado poder,
no veo a nadie que se apiade de mí,
y estoy vigilado, encerrado, encadenado y preso,
por aquellos a los que agrada mi triste destino.
He vivido tiempos que me han desagradado;
ahora me contento con aquello que me produjo tristeza,
Y aprecio más estos ligeros grilletes
que en el pasado los bellos bordados.
Veo que la Fortuna me ha mostrado su deseo
sobre mí, queriendo que me halle en este estado;
pero no me preocupo, pues cumplí mi deber
con todos los buenos con quienes me encuentro en compañía.
Todos estos males no me hacen sufrir
comparados con uno que mi corazón destempla
y me hace perder todos los días la esperanza:
Cómo no veo nada que nos de un empujón
ayudando a nuestra liberación.