Preparación
Se escogen las lentejas la víspera y se ponen a remojar con agua fría abundante.
Al día siguiente, se escurren y se ponen a cocer a fuego suave en una marmita cubiertas con agua, agregándoles el atadillo de hierbas.
En una sartén se fríe la cebolla picada y, ya dorada ésta, se le añade el diente de ajo y, al cabo de unos instantes, los tomates pelados y picados. Cuando éstos hayan perdido su acuosidad, se vierte el vino en la sartén y se deja reducir durante unos minutos, echando a continuación el sofrito en la olla donde cuecen las lentejas, sazonándolas con sal y un poco de pimienta. Se continúa la ebullición, añadiendo un poco de agua si fuera necesario, teniendo en cuenta que al final de la cocción las lentejas no deben resultar demasiado caldosas.
Mientras cuecen, se corta el pan en pequeños dados que se fríen con aceite o mantequilla.
Cuando ya estén blandas las legumbres, se retira el atadillo de hierbas y se vuelcan las lentejas en una cazuela de barro. Se reparte por encima el pan frito y el jamón cortado muy fino o bien picado, y se cortan los huevos duros en rodajas, colocándolos en forma de corona por encima de las lentejas. Se introduce la cazuela en el horno caliente durante unos 8 o 10 minutos para absorber el resto del líquido y se sirven en la misma cazuela de barro. Las rebanadas de pan también pueden cortarse en forma de triángulos y, una vez fritos, colocarse alrededor de la cazuela y en su parte interior, cuando ésta se saca del horno.