Agincourt
A principios del siglo XV la Guerra de los Cien Años se encontraba estancada. El rey inglés Enrique IV, el primero de los monarcas de la dinastía Láncaster, había mantenido una política pacificadora con Francia, si bien antes se había asegurado de recuperar y conservar sus cabezas de playa en el continente, evitando los ataques franceses sobre las islas.
Su heredero, sin embargo, era un joven aventurero, con ganas de alcanzar la gloria. A la muerte de su padre, y ya coronado rey de Inglaterra, Enrique V hizo saber a los franceses que reclamaba para sí la corona francesa por derecho dinástico. En Francia, mientras tanto, el rey Carlos VI padecía una grave enfermedad mental que debilitaba toda la estructura del Estado, propiciando los enfrentamientos entre armagnacs y borgoñones por el poder.
Y en el verano de 1415, los planes de Enrique V se hacen realidad con el inicio de su expedición a Francia. Aunque su ejército no era demasiado numeroso (algo menos de 10.000 hombres), contaba con el apoyo borgoñón, que pretendía desalojar al rey francés y a su delfín del trono. Enrique V desembarcó en la desembocadura del Sena, y tras tomar la cercana ciudad de Harfleur se dirigió hacia Calais.
El sitio de Harfleur resultó muy costoso para el rey de Inglaterra, y una buena parte de su ejército murió o enfermó gravemente de disentería, viéndose sus tropas mermadas a casi la mitad de los hombres, que además padecían unas condiciones de vida miserables entre la enfermedad y el hambre. Aún así, el monarca inglés prohibió a los hombres bajo pena de muerte los saqueos, robos violaciones o cualquier otro tipo de molestias a los civiles, dejando muy claro que no estaba conquistando un territorio enemigo, sino recuperando un reino que le pertenecía por derecho.
Al encontrar una fuerte resistencia francesa en el río Somme, Enrique V desvió a su ejército hacia el sur, buscando un vado para atravesarlo, cosa que consiguió en las cercanías de Voyennes. Al otro lado del río, un ejército francés mucho mayor que el inglés aunque menos organizado que éste esperaba el momento de lanzarse contra la fuerza invasora.
Ambos ejércitos se encontraron finalmente el 25 de octubre de 1415 cerca de la localidad de Agincourt. La desproporción de fuerzas era tan evidente que incluso los franceses tuvieron la deferencia de parlamentar con Enrique para evitar la más que probable masacre de los ingleses. Enrique, sin embargo, no quería ni oír hablar del tema, y aseguró que se enfrentaría a su enemigo con las fuerzas de que dispusiera, fuera cual fuese el resultado.
La disposición de las fuerzas fue parecida a la que contamos en la batalla de Aljubarrota, situándose los arqueros ingleses en ambos flancos, mientras la infantería defendía el centro. Los franceses, por su parte, seguían confiando en la fuerza de su caballería, a pesar de las dificultades que ofrecía un terreno muy accidentado. Al desencadenarse los combates se pudo comprobar la ineficacia de la caballería contra los flancos de arqueros, produciéndose una gran mortalidad entre los franceses, que cayeron víctimas de la lluvia de flechas cruzadas y del terreno desigual donde los caballos no podían desenvolverse con facilidad.
De hecho, en esta batalla se enfrentaban dos ejércitos muy diferentes: el francés, de corte feudal, basado en los caballeros, y el inglés, formado por levas populares de gentes de toda condición. Estos últimos no entendían de modales caballerescos, y se emplearon a fondo en la matanza, sin dar cuartel al enemigo hasta que, finalmente, el ejército francés fue vencido y puesto en fuga.
La inesperada victoria inglesa puso en un muy serio aprieto a la corona francesa, que vio como una gran parte de sus territorios en el norte del país pasaban a manos inglesas, y que además tuvo que consentir el matrimonio de Catalina, la hija de Carlos VI con Enrique V y aceptar que el hijo de ambos fuera herederos al trono de ambos países. Ni que decir tiene que el delfín Carlos no estaba dispuesto a aceptar estas condiciones, pero poco podía hacer en aquellos momentos por evitarlo, ya que Francia estaba acosada por el dominio inglés en el norte y por los borgoñones en el este. Unos años más tarde, Juana de Arco vendría a cambiar este estado de cosas y a decantar la guerra en favor de Francia, pero eso es ya otra historia.